Diario 25

Me atraes espiritualmente.

No me refiero a tu espiritualidad, aunque esa me gusta mucho. Me atraes espiritualmente en el sentido de que me atraes de maneras invisibles. De maneras que no puedo poner en palabras.

Aun si tus ojos ni brillaran, ni tu sonrisa fuera el mundo, ni tu pelo ni tus manos fueran lo que son, aun así me atraerías de maneras que no se ven. Yo no creo en el destino. Se que no hay un plan detallando el rumbo inevitable de nuestra vida. Pero sí creo en el propósito. Se que Jehová tiene un propósito con todo lo que hace y permite que pase. Y las cosas que nos ocurren por su mano, o bajo su mirada, siempre son para lograr algo.

No dudo ni un poquito que nosotros somos parte de su propósito. Tal vez un propósito relacionado con la vida de ambos, con lecciones y carácter, con el adelantamiento de su obra. O tal vez el simple propósito de que seamos felices. Sea lo que sea, conocernos no fue una casualidad. Lo sentí en el primer momento que te vi y voy a contarlo toda la vida.

Siempre he estado buscando mi propósito. Sabía a dónde me dirigía, sabía que quería servir a Jehová a mayores capacidades y esa ha sido la vida que he intentado orquestrar desde siempre. Pero faltaba algo, faltaba el “Cómo”, faltabas tú.

¿”Cómo” voy a cumplir con ese propósito? Pues con Fer. Por supuesto.

Las incertidumbres relacionadas a la manera en que cumpliría mi propósito se comenzaron a contestar el 15 de diciembre pasado, cuando decidimos comenzar una relación que ya había comenzado mucho antes. Y se siguieron contestando el día en que me dijiste que esperarías por mí. Y se contestaron la última noche en que me miraste a los ojos y me dijiste que me amabas. Y se han seguido contestando de muchas maneras, sin darme cuenta. Con cosas que he escuchado sobre ti, con cosas que le has dicho a mi mamá, con detallitos que has compartido. Todo ha sido una contestación. Una contestación a las oraciones en las que decía “Jehová, tu sabes mejor que yo mismo lo que quiero, y sabes mejor que yo mismo lo que necesito. Dame eso. Eso que no te he pedido porque no se qué es.”

Y así, un buen Jueves, te pusieron en mi camino y entendí que no podía ni quería seguir caminándolo sin ti.

Te amo a ti, como mujer, como amiga, como novia. También te amo como idea. Tu esencia, tu energía, tu espíritu. Te amo como poesía, cuando eres un suspiro y cuando eres un grito. Te amo cuando soy feliz y cuando soy triste porque sigo siendo tuyo. Por eso no solo quiero estar contigo. necesito que seas parte de mí. Ahora entiendo lo que significa “Una sola carne”.

Mi propósito es hacer todo lo que iba a hacer, pero amándote. Amándote a ti en particular. En una vida más sencilla de lo que pensaba, con una rutina que incluya salirnos de la rutina a menudo y ser felices. Que hagamos lo más posible por ayudar al adelantamiento de los intereses del Reino y que el resto del tiempo, el resto de la vida y todo lo que incluye, lo vivamos juntos. Lo bueno y lo malo. “Lo que sea, pero que sea contigo”.

Gracias por llegar, gracias por quedarte.

Te amo, todita.

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