Diario 9

Hace 163 días no sabía absolutamente nada de ti.

Había escuchado tu nombre de vez en cuando, Julia me decía “Tienes que conocer a mi amiga Fernanda”. Me daba igual conocer a su amiga o no, pensaba que era una hermana mayor que le caía bien. Aparte de el nombre de novela de comienzos de siglo, no sabía nada más sobre la tal Fernanda de una congregación de español que era amiga de mi mejor amiga.

No fue hasta la noche de swing, en aquel salón de baile colonial, que me di cuenta que había estado perdiendo el tiempo. Lo primero que le dije a Julia cuando te di la mano y me volteé fue “Why the hell didn’t you tell me Fernanda was hot”?

Y desde ese momento te convertiste en una pequeña obsesión. Cada vez que Julia planificaba algo le preguntaba si tú ibas a estar. No porque tuviera planes de hacerte algún acercamiento, no quería envolverme con nadie, sino porque sencillamente te quería volver a ver. Y porque dentro de mí había una bombilla que se prendía cada vez que pensaba en ti, un sentimiento que aun no logro entender. La primera vez que te vi la sentí, la segunda vez que te vi también. Como un faro en medio del océano que te dice “estás llegando a casa”.

Pero aún así me parecías inalcanzable, una montaña demasiado alta que no tenía lo necesario para escalar. Una montaña que no quería ser escalada. Te iba a dejar quieta y seguir mi camino, mis planes de irme a otro lugar, mis metas de servir lejos de aquí. Todo en mi trayectoria se suponía que me alejara de ti.

“Fer es una de esas nenas explosivamente bellas que vienen y se van y no son de nadie porque nadie se las merece ni las puede contener” pensaba.

Lo menos que me esperaba es que en unos meses iba a estar sentado en mi sofá, rodeado de notas escritas por Fer, una suculenta llamada “Fer”, fotos de Fer. mi madre hablando de Fer y un libro con dedicatoria firmado por “Tu novia que te ama un montón, Fer”, ¿Cómo llegué aquí? ¿Espera un momento… la tal Fer aquella que me fascinó tanto acaba de llamarse a si misma mi “novia”? ¿La extraña niña hermosa de la que hace unos meses estaba intentando averiguar algo ahora es MI NOVIA?

Es que yo estaba seguro que tú ni te habías dado cuenta que yo existía, como un velero que se dirige a otro puerto. Pero ahora veo que por más que intentara cambiar el curso de mi embarcación, por más que moviera las velas y soltara el ancla, la marea no me llevaba a ninguna otra parte que no fuera en tu dirección. Y, aparentemente, tu venías hacia mí igual de rápido. Y en un océano inmenso, chocamos. Y tu barco se hizo pedazos con el mío, y el mío se hizo pedazos con el tuyo y terminamos flotando juntos sobre el mismo tronco de madera.

Todavía me cuesta creer que somos uno del otro. Que me escogiste a mí al mismo tiempo que yo te escogí a ti. Que tengo cositas tuyas aquí, que tú tienes cositas mías contigo. Que tenemos planes de compartirlo todo juntos. Que tenemos planes de dedicarnos el resto de nuestra vida. Osea, soy el novio de la tal Fernanda. ¡Ella me ama!

“Eh, con permiso, Fer es mía” quiero un día decir en público sin razón alguna. Solo porque sí.

Meterme en una pelea de bar, con la botella de cerveza rota en la mano, defendiendo tu honor como todo un marinero irlandés.

O decirle a algún extraño en la calle:

“¿Ves esa nena que está ahí?”

“Sí, la veo”

“Pues no la mires más porque es mía”

Ponerme así, bien insoportable. Me encantas demasiado.

Y pensar que hace unos meses éramos dos extraños y ahora no podríamos querer ser más familiares. Te necesito aquí, conmigo. Somos un equipo. Eres mi presente y mi futuro. Me gustas 163 veces más de lo que me gustaste aquél Jueves 21 de Septiembre bailando swing porque hoy hacen 163 días que te conocí y cada día me gustas un poquito más.

De hecho, no me gustas, me encantas.

Te amo, por 163 eternidades más, todita.

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