Diario 11

Yo creo que nuestros ciclos menstruales se sincronizaron.

Este fin de semana he tenido las hormonas echas un desmadre también, como cuando pisas un hormiguero y todas las hormigas salen hacia todos lados y se te trepan por la pierna y te muerden partes del cuerpo que nunca se deberían morder. Pues así.

Estoy bien por un ratito y luego estoy pésimo, algo me hace reír y en unos minutos estoy con lágrimas en los ojos y sin poder respirar. Estoy contento un momento y en cuestión de minutos algo me arruina el humor. Hoy, por ejemplo, no me siento bien. me falta algo, me faltas tú.

Se que estás ahí, pensándome y amándome desde tu casa, pero ¿Dónde está el calor de tu abrazo? ¿Dónde está la música de tu voz? ¿Dónde está el reflejo de tus ojos? ¿Dónde están tus dedos para encadenarlos a los míos? ¿Dónde están tus labios para leerlos con mi pulgar como un ciego leyendo en braille? ¿Dónde están tus oídos para decirles “Te amo” como si fuera un secreto mal guardado? ¿Dónde está tu pelo haciéndome cosquillas al pasar? ¿Dónde está tu cintura para amarrarme a ella como un ahogado aferrándose a un tronco que flota? ¿Dónde están tus piernas, Dios, tus piernas que son poesía? ¿Dónde están tus deditos de los pies haciéndome huellitas en la cara? ¿Dónde estás tú que no estás?

Hoy te necesito de una sola manera: En persona.

Porque comencé a escribirte esto en la mañana, en mi oficina y estoy terminando de escribirlo en mi casa, sin oficina. Perdí el trabajo, de nuevo, inesperadamente. Pero cuando oro para pedirle a Dios ayuda, primero pido por tu abrazo, tu voz, tus ojos, tus dedos, tus labios, tus oídos, tu pelo, tu cintura, tus piernas, tus deditos de los pies, Tu presencia.

Hoy no quiero ver tus fotos, no quiero leer nuestras conversaciones viejas, no quiero escuchar tus canciones. Hoy quiero acurrucarme entre tus brazos y descansar. Y escuchar tu voz decirme “Todo va a estar bien”, y mirarte mirándome y agarrarte la mano y con mi pulgar recorrer tus labios y decirte que Te Amo tan bajito que tengas que pegar tu oido a mi boca. Sentir tu pelo sobre mi frente y apretarte la cintura para que nunca te me vayas. Que tus piernas me arrastren cuando no las suelte y tus deditos de los pies me permitan besarlos.

Te necesito aquí, conmigo y para mí. Pero hoy te siento más lejos que nunca. Y se que no lo estás. Pero me he hecho tan pequeño que no te alcanzo.

Te amo, desde aquí abajo, todita.

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