Diario 14
Mi cielo, ayer fue el primer día dónde no tuve oportunidad de escribirte una entrada. Lo siento. Estaba cansadísimo por la noche y me tomé un medicamento que, al parecer, causa sueño. Así que terminé hecho una m**rda sobre el sofá.
Hoy te debo cariñito. Cariñito del bueno que solo yo te puedo dar porque nadie más te va a querer igual que yo. No digo eso en el sentido de que nadie vaya a amarte o soportarte a excepción de mí. Al contrario, tú eres muy fácil de querer y estoy seguro que toda persona que tropiece contigo va a saber que te lo mereces.
Me refiero a que nadie, nunca, jamás va a amarte IGUAL que yo.
Tus padres. seguro te aman. Y tienen las razones más genuinas, orgánicas para hacerlo. Te aman sencillamente porque existes y ese amor nada lo cambia. De hecho, seguro te aman más de lo que tú podrías llegar a amarlos.
Tus hermanas también te aman y tendrán su manera de demostrarlo, así como tú con ellas.
Igualmente con tus amigos más cercanos. No dudo para nada que te amen y que ese amor sea mutuo, basado en respeto y apoyo emocional.
Y si SUPUSIÉRAMOS que en algún momento te envolvieras con otro hombre (Hablando hipotéticamente, obvio, porque eso no va a pasar mientras yo esté vivo) estoy seguro que llegaría a amarte completa porque eso es lo que tú provocas y mereces.
Pero ni tus padres, ni tus hermanas, ni tus amigos ni un verdadero Hijo de P*ta que apareciera en tu vida después de mí (De nuevo, hablando en conjeturas e hipótesis porque eso sería completamente imposible y es que, si existiera, yo lo mato) te podrían amar de la misma manera, por las mismas razones, con las mismas intenciones ni con las mismas pasiones con las que te amo yo. Es un amor único por naturaleza.
Vamos a diseccionarlo un poco, como un sapo espatarrado en una mesa.
Primero, mi amor por ti es innato. No hizo falta que lo implantaras en mi corazón ni que me convencieras. No hizo falta una vida de experiencias para llegar a sentirlo. Yo creo que nací con la debilidad congénita de enamorarme de ti tan pronto te conociera. Y no hubo nada ni en los cielos ni en la tierra ni en mi interior que pudiera evitarlo. Todo antes de ti fue simple trayecto y mi alma estaba esperando llegar a casa. Por eso, inexplicablemente, cuando te vi por primera vez, sentí que te había visto durante toda mi vida.
Cuando cerraba los ojos y me preguntaba “¿Cómo será algún día mi esposa?”, entre reflexiones borrosas, era tu cara lo único que se enfocaba.
Cuando soñaba despierto con cómo sería mi vida en el futuro presente sistema de cosas y en el siguiente, era tu figura la que imaginaba acompañándome.
Y la noche que te conocí, mi corazón te reconoció. Y algo, bien profundo dentro de mí comenzó a moverse. Un engranaje de mi maquinaria que nunca se había despertado, que estaba esperando el momento justo para hacerse funcionar y moverme de lleno, con toda la capacidad de mi sistema, en tu dirección. Sin frenos de emergencia. Fui hecho para chocar contigo.
El amor de tus padres es igual de connatural, pero a diferencia del mío, no nació con ellos. Nació contigo.
Segundo, mi amor por ti es Apasionado. Llegaste, me contagiaste y ahora te padezco. Siento cada una de las manifestaciones reveladoras de que vives dentro de mí, como síntomas infinitos de una enfermedad que en vez de matarte, te hace vivir. Lo siento todo por ti: La atracción, el afecto, la ternura, los celos, el capricho, la obsesión, respeto, alegría. Cada uno de los indicios de un romance fulminante sin cura del que no quiero recuperarme nunca. Se que de algo tendré que morir y espero que sea de amor por ti.
Puede que encuentres una docena de amores apasionados en tu vida, pero, como un virus, atacan a cada persona de manera diferente. Y mi debilitante amor por ti no lo va a sentir ni exhibir nadie igual que yo. Estoy convencido que nadie podría estar más enfermo de tu romance que yo porque me pegaste duro, sin defensas. Soy un ecosistema listo para que lo erociones.
Tercero, mi amor por ti es Incondicional. No puedo dejar de amarte, hagas lo que hagas. Es una genuina injusticia que puedas hacer lo que te de la gana y yo siga amándote pero así son las cosas. Claro, en un mundo de posibilidades podrías hacer cosas que me decepcionen, me enojen o incluso me distancien de ti. Pero no tengo la capacidad de dejar de amarte por las razones que ya me has dado para hacerlo. Como una cicatriz que nunca podré disimular. No importa cuántos otros flechazos me de la vida, tu flecha quedó incrustada en mis huesos y mi cuerpo la aceptó como parte de si.
Mucha gente que te rodea te amará a su manera, con sus expectativas y condiciones y mil razones. Los amigos vienen, cumplen su propósito y muchas veces se van. La vida se encarga de que sus hilos rocen con el tuyo y luego se separen. Pero mi hilo se enredó con el tuyo como audífonos de cable dentro de un bolsillo. Nuestros hilos se entrelazaron, hilvanados en una costura infinita que mientras más se estrecha, más se aprieta. Solo Jehová podría separarme de ti, y estoy convencido que él fue el costurero que nos unió.
Mi amor por ti es único porque yo soy único. Nadie siente lo mismo por ti ni te da lo mismo. No sabría igual ni se escucharía igual, ni se bailaría igual. Mi amor es un amor que vive en su propio universo con sus propias reglas y naturalezas y quiero que lo disfrutes. Estoy haciendo TODO lo que puedo para que me sientas. Para que te ensucies un poquito los deditos de los pies caminando por mi jardín de emociones que llevan tu nombre. Que te sientas amada al respirar mi aire, al leer mis palabras, al escuchar mi voz, al ver mi mirada.
Y que te quedes viviendo aquí, conmigo, porque te sientes igual de en casa que yo.
Te amo, como un enfermo, todita.