Diario 3
Dice una teoría que en la vida uno solo se enamora tres veces.
No importa cuánta gente uno conozca, con cuánta se envuelva… enamorarse solo ocurre tres veces, como máximo.
El primer amor te hace creer que es el último. Conoces a alguien siendo jóven, se “enamoran” y luego todo se acaba tan rápido como empezó, tontamente. No llega a nada. Tiempo después miras atrás y te das cuenta que no estabas realmente enamorado pero la realidad es que sí lo estabas. Era amor según lo conocías, pero fue superficial.
El segundo amor te lastima. Este incluye dolor, mentiras, traición, abuso, drama. Pero de este creces. Te das cuenta lo que amas del amor y lo que no. Aprendes exactamente lo que das y lo que quieres recibir.
El tercer amor viene sin buscarlo. Llega desprevenido, ciego. Puedes poner cualquier muro y se va a derrumbar. Te atrapas amando a esta persona sin intentarlo, encuentras belleza en sus imperfecciones, no le escondes nada. Quieres un matrimonio, una familia. Le agradeces a la vida por habértelo traído. Es amor de verdad.
Tú eres mi tercer amor, mi último.
Llegaste sin buscarte, de sorpresa. Me desarmaste por completo. No hubo muro ni barrera ni circunstancia que evitara enamorarme de ti. Me encontré un buen día orándole a Jehová por nosotros, porque me permitiera conocerte mejor y en ese instante me di cuenta que te estaba empezando a amar.
Amo absolutamente todo de ti. Amo todo lo que te hace ser quien eres. Amo tu pasado. Amo tus errores porque aprendiste de ellos y me ha tocado una mejor versión de ti. Amo que me conozcas.
Quiero ser tu esposo. Nunca había querido ser esposo de nadie, pero ahora quiero cumplir con ese papel. Quiero cuidarte y proveer para ti y tomar decisiones juntos y cocinarte. Quiero ir a hacer “mandados” contigo, hacer compra en HEB una noche y aprender a complacer tu paladar. Quiero cambiarle el aceite a tu coche, ser a quien llames cuando se te pinche una llanta. (O mejor, enseñarte a repararla tú misma si yo no estoy). Quiero llegar a casa con flores un día cualquiera y consolarte cuando llores y darte sobitos cuando tengas dolores del periodo y escucharte. Quiero escucharte mucho. Quiero que me digas lo que te gusta y lo que no y ser el mejor esposo posible cada día. Quiero escuchar a tu cuerpo y aprender a complacerlo también. Quiero tener diferencias y repararlas. Pedirnos perdón de mil maneras diferentes. Orar juntos, estudiar juntos, predicar juntos, darle a Jehová el 500% juntos y pasar al Nuevo Mundo juntos.
Le agradezco a Jehová TODOS los días que tú existas en mi vida. Todo lo que me ha llevado a ti ha valido la pena.
Te amo, de verdad.
Y sin duda quisiera ser también tu tercer gran amor, tu último. Me esfuerzo mucho por merecerme eso. Por darte todo lo que me has dado tú a mí, y más. Yo se que los regalos y los detalles, las cartas largas, hacerte todo un website para ti (¿!Quién le hace un website a su novia?!), las canciones, todo es lindo pero no lo más importante. Yo se que tú buscas y necesitas más. Yo se que tú me has observado y me conoces, has intentado conocer quién soy.
Sinceramente el estudio de La Atalaya de hoy me causó preocupación. No me preocupa necesariamente que yo no cumpla con alguna de las cosas que buscas en mí. Me conociste haciendo todo eso, intentando ser un Cristiano maduro que pone siempre las cosas espirituales en primer lugar. Uno que definitivamente hace lo posible por tomar decisiones sabias y que, cuando me equivoco, lo admito y corrijo. Un hombre que te respeta. Que he desarrollado y sigo desarrollando las habilidades para cuidar de ti en todo sentido y hacerlo con responsabilidad.
Me conociste cumpliendo todo eso y esta situación no me ha cambiado. Esto no define ni mi amor por Jehová ni lo que he trabajado ni las metas que tengo para el futuro. Lo que me preocupa es que tú no creas en mí. Me preocupa que, por lo que ha pasado, dudes de mí como hombre espiritual. Créeme, mi vida, a pesar de esto yo me he esforzado al máximo por cumplir con cada una de esas cosas. Y lo sigo haciendo, de verdad que sí. Sabes muy bien que quiero ser el hombre espiritual que te mereces. El hombre gentil y trabajador que va a cuidarte con su propia vida. Por favor, no lo olvides. Acuérdate que sigo siendo el Gabriel del que te enamoraste. Incluso me atrevo a decir que ahora soy mejor porque vengo con mucho más impulso a trabajar el doble.
Adicional a todo eso quiero decirte lo orgulloso que estoy de ti. Me llena de orgullo ver la clase de mujer espiritual que eres. Madura y sabia y amorosa. Con habilidades e intereses profundos que te hacen ser tan completa. Que sabe mantenerse sola, que piensa por si sola, que decide por si sola y que ha madurado espiritualmente por si sola. Con metas claras para el futuro, con el deseo de servir a tiempo completo y casarte con alguien que ame a Jehová más de lo que te ama a ti. Me enorgullece tu mente y tu corazón y saber que eres mi niña. Eres un ejemplo para mí y para muchos más. Eres una fuente de felicidad.
Gracias por ser quien eres y como eres. El honor más grande será poder compartir el resto de mi vida contigo a mi lado. Por favor, dame la oportunidad de intentarlo. Voy a hacerlo con todo el corazón.
Espero que hayas disfrutado de tu día, que hayas comido bien, que hayas ido al baño normal (No como fue con tu dieta de NY) y que te sientas tan hermosa como te ves. Me fascinas siempre tanto.
Te amo, todita.